Es fácil imaginarse un vestido de novia: blanco (o similar, llámese marfil, hueso, perla o champaña), absolutamente esplendoroso y, de alguna forma, una personificación de la mujer que lo usa. Muchas veces, también, es un vestido único: la novia lo usa para su gran dÃa y después lo archiva en su baúl de recuerdos, para no ponérselo nunca más. Pero no siempre fue asÃ: el color blanco de los vestidos de novia es una invención moderna. De hecho, la misma existencia de una prenda especial para el dÃa de la boda es relativamente reciente.
Tal vez los primeros vestigios del vestido de novias se encuentran en Babilonia, Sumer y Asiria, en donde se llevaba a las jóvenes para ser vendidas en una especie de mercados de esposas. Las mujeres eran escogidas por sus futuros maridos de acuerdo con su belleza. Resulta casi imposible concebir que no fueran vestidas de manera especial para resaltar sus atributos y, asÃ, incrementar su valor.
Pero los primeros en emplear un verdadero traje ceremonial especial para celebrar la unión matrimonial de parejas parecen haber sido los chinos. Hace unos tres mil años atrás, la DinastÃa Zhou impuso la obligación de usar ciertos colores en las celebraciones matrimoniales: novia y novio debÃan usar batas negras con metidos rojos sobre una prenda interior blanca, siempre visible. Esta imposición continuó bajo la DinastÃa Han (que asumió al poder cerca del año 200 a.C.) que, además, introdujo el uso de distintos colores para las diferentes estaciones: verde en la primavera, rojo en el verano, amarillo en el otoño y negro en el invierno. Y aun hoy, las novias chinas usan, como una especie de talismán, el famoso «traje fénix» de color escarlata en el dÃa de su boda.
En Occidente, la historia es algo distinta: en lugar de conformarse como parte de un edicto real, el vestido de novias es más bien el resultado de un proceso social algo más complicado.
Ya en el Renacimiento, se celebraban esplendorosas bodas de los más importantes personajes de la sociedad. En Florencia, por ejemplo, se acostumbraba vestir a las novias con sus mejores vestidos, con frecuencia en tonos dorados o con brocados de oro sobre fondos de colores vivos. Vestidas esplendorosamente, ellas eran llevadas, a veces montadas sobre un caballo blanco, en una grandiosa procesión desde la puerta de su hogar hasta la casa de su marido. Por esta época el matrimonio era más un intercambio de bienes —entre ellos las mujeres de la familia— y una estrategia de negocios que buscaba expandir la red comercial familiar, entonces era más que lógico que las mujeres fueran vestidas en los más lujosos vestidos para demostrar las riquezas familiares. El intercambio de familias muchas veces se demostraba en insignias y sÃmbolos de las dinastÃas familiares, incluidos sus escudos de armas, que eran incluidos en los motivos decorativos de los vestidos. Además, como la única misión de la mujer era mantener la fidelidad de su marido y procrear hijos varones, sus vestidos eran adornados con joyas de todo tipo para protegerlas del mal y concederles fertilidad: las perlas y el coral rojo eran las más comunes.
Durante siglos, se mantuvo la tradición de que la mujer usara su mejor vestido, sin importar el color para su boda. Y, casi a modo de excepción, algunas de las más importantes mujeres en las cortes europeas eligieron casarse de blanco. La primera que conocemos fue la Princesa Philippa de Inglaterra, quien usó una túnica blanca con forro de armiño para su matrimonio con el Rey Eric de Escandinavia en 1406. En 1558, MarÃa Estuardo, Reina de Escocia, usó un vestido blanco para su boda con el futuro Rey de Francia, sin importarle que, para entonces, el blanco era considerado un color de luto en la corte francesa. En 1816, la Princesa Carlota de Inglaterra usó un vestido de lamé de plata con corte imperio para su boda con el PrÃncipe Leopoldo de Saxe-Coburg-Saalfeld. Y, en general, muchas mujeres de la nobleza y familias adineradas eligieron usar vestidos blancos para sus bodas —y otras ocasiones especiales— porque éste era el color más lujoso en aquella época: costoso por las dificultades técnicas para blanquear las telas y difÃcil de mantener por el poco acceso a detergentes que mantuvieran su color.
No fue sino hasta 1840, cuando la Reina Victoria se casó con el PrÃncipe Alberto de Saxe-Coburg-Gotha, que el blanco se convirtió en la regla. Esto parece haber sido ayudado por los avances en la imprenta y el auge de las revistas de modas que difundieron la idea. Otro factor importante pudo haber sido el mayor acceso al color blanco que generaron las nuevas técnicas industrializadas de producción textil y lavado en el siglo XIX. Finalmente, la asociación del blanco con la pureza, la inocencia y la virginidad parece haber sido acorde a los planteamientos victorianos sobre el papel de la mujer en la sociedad. Sin embargo, como ocurre con muchÃsimos otros aspectos de la historia de la modaSegún la polÃtica editorial de Fashion Theory: The Journal of Dress, Body & Culture, la moda es una "construcción cultural de la identidad encarnada." Como tal, la moda abarca una... Ver más, no es posible atribuir la adopción del vestido de novia blanca a un sólo fenómeno. Y lo más importante: tal vez nunca sabremos con certeza cuándo empezó ni cómo se gestó en realidad.
Lo cierto es que el vestido blanco sigue siendo la tradición para las novias en el mundo occidental, incluso años después de la boda de la Reina Victoria. Durante la década de 1920 se acortó y adquirió una figura tubular, en los 50s se volvió a anchar la falda para responder a la repuesta silueta del New Look y, con los años, se ha ido acomodando a la estética que define el estilo de su era. Con frecuencia, el vestido de novias ha sido decorado con detalles románticos como el encaje y los bordados de perlas, a veces resaltando distintas técnicas de producción textil nacionales y artesanales. Y aunque siempre han existido mujeres amantes de la moda (a algunos les gusta llamarlas fashionistas, tomando un término en inglés) las que se atreven a saltarse la norma y usar otros colores en sus bodas, el blanco es, por excelencia, el color del vestido de novia. Y su capacidad de perdurar en el tiempo, según Edwina Ehrman, curadora senior del Museo de Victoria y Alberto en Londres, es su capacidad de adaptación a través de los años. En sus propias palabras:
La razón por la cual el vestido de novia blanco ha sobrevivido es porque ha evolucionado para mantenerse a la moda. Persiste porque puede ser reinventado.
Lecturas adicionales
Lindsey Baker, «The Changing Face of Bridal Wear,» BBC Culture, 4 de mayo de 2018.
Andrea Bayer, ed. Art and Love in Renaissance Italy. Nueva York: The Metropolitan Museum of Art, 2008. (Seguir este enlace para consultarlo y descargarlo en la web).
«Queen Victoria’s Influence on the Royal Wedding Gown,» ProQuest Blog, 17 de mayo de 2018.
Summer Brennan, «A Natural History of the Wedding Dress,» JSTOR Daily, 27 de septiembre de 2017.