Camilo Franco

A Camilo Franco lo conocí hace ya 3 años y, desde entonces, nuestra relación ha evolucionado hasta un punto en el que me es difícil hablar o escribir de él sin que se me llene el cuerpo de emoción y sentimientos. Camilo fue parte de ese grupo de estudiantes del curso de «Vestir la revolución» que ofrecí a través de la Universidad de Los Andes en el 2017. Ellos me mostraban, semana tras semana, la importancia de crear una plataforma como ésta para explorar la moda como un fenómeno cultural digno de las sociedades hispánicas. En los últimos dos años, cada vez que Camilo me veía, me recordaba de la importancia del proyecto y me presionaba para volver a publicar. Entonces, cuando decidimos dedicarnos a publicar perfiles de diseñadores latinoamericanos durante este periodo de crisis e incertidumbre, para mí fue más que claro que él tenía que estar entre los primeros.

A Camilo siempre le he admirado el juicio con el que se dedica a cada una de sus colecciones; la pasión con la que estudia los detalles de la historia que lo inspiran y los convierte en su lenguaje propio de creación. En esta entrevista, nos cuenta su trayectoria en el mundo de la moda y nos habla de la importancia de la historia para los procesos de diseño y creación, con palabras que yo nunca podría llegar a pronunciar, incluso cuando intento convencer de ello a mis estudiantes de diseño.

Retrato del diseñador Camilo Franco en blanco y negro
Fotografía cortesía de Camilo Franco.

¿Cómo empezó tu camino en la moda?

Mi madre es modista y cuando era niño ella trabajaba para una gran industria textil colombiana, así que desde siempre tuve cercanía con la costura gracias a un pequeño taller que teníamos en casa y en donde los cortes de tela que mi madre compraba se trasformaban en sus propios vestidos. Seguramente ver esta metamorfosis de tejidos en prendas que la hacían lucir tan elegante y femenina, pero ante todo diferente a las demás mujeres, tuvo mucho que ver en lo que soy ahora.

Después del colegio y mientras me tomé un tiempo para decidir si las ciencias políticas y el gobierno eran parte de mi plan y el lugar donde quería estar. Sin ninguna intención o explicación, terminé creando trajes para una pequeña compañía de baile que competía en pequeños torneos y de la cual varios de mis amigos formaban parte. Yo cumplía con cada pedido sin tener formación alguna y por supuesto con la ayuda de mi madre. Mi mejor amigo Leonardo un día me dijo que debía estudiar diseño de moda. Le respondí con una risa y le dije que tenía otros planes para mi vida. Pero desde ese momento la pregunta no dejo de asaltar mi cabeza, hasta que decidí inscribirme en una escuela que yo pudiera pagar. Así llegue a la Escuela de artes y letras. Podía estudiar en la noche, trabajar en el día y estaba dentro de mi presupuesto. No quería la ayuda económica de mis padres: orgulloso y necio desde 1990.

Mi primera clase fue Introducción al diseño de moda, a cargo de la profesora Elsye Guevara, una mujer con un increíble carácter y una sensibilidad estética envidiable. Justo al instante que ella empezó hablar, supe que eso que aun no conocía era lo que quería para el resto de mi vida. Ese primer semestre obtuve el premio al mejor diseño experimental con una pieza inspirada en la película Odisea en el espacio de Stanley Kubrick (2001). Jamás paré de aprender de mis maestros. Tuve la fortuna de tener a los mejores en mi formación y ellos mismos después me ayudaron a conseguir mis primeros empleos en la industria. Algunos de ellos siguen siendo a quienes acudo cuando necesito ayuda.

¿Tuviste, has tenido o tienes algún mentor?

En algún momento de los primeros años de universidad le pedí a un sastre que me dejara trabajar en su taller sin paga pues solo quería aprender. Esto no duro mucho porque yo era un desastre y siempre sin querer cortaba los metros con la tijera.

Cada empleo que tuve, cada jefe, fue en su momento un mentor para mí. Yo quería respuestas y ellos me las mostraron. Ahora creería que mi equipo de modistas y sastres son mis mentores. Tienen años y años de experiencia, han trabajado para diseñadores que admiro. Son personas en vía de extinción; una buena costura no se encuentra a la vuelta de la esquina.

El diseñador Camilo Franco arregla el vestido en la modelo durante sesión de fotos
Fotografía cortesía de Camilo Franco

¿Cuándo diseñaste tu primera colección y qué es lo que más recuerdas de ella? ¿Cuáles fueron lo mayores retos? ¿Y lo más gratificante?

Llamé a mi primera colección Nº18. Empecé a trabajar en ella en el 2017. Estaba inspirada en Wallis Simpson, Duquesa de Windsor, porque tengo una fascinación por las mujeres con ideales propios y autodeterminación. Como era la primera vez que podía hacer una creación completa a mi manera y bajo mis criterios, fue muy liberador. Nº18 fue el resultado de invocar todos los momentos buenos y malos, las adversidades y el conocimiento adquirido, para transformarlo en oportunidades y crear algo hermoso. Meses atrás dejaba un trabajo al que le había entregado parte de mi corazón, terminaba con una relación en la que había jugado mis cartas más altas y regresaba de un viaje a Estados Unidos que no resultó ser como esperaba. Así que sólo tenía una opción y era seguir adelante con un objetivo claro. Este objetivo era no trabajar para nadie más y empezar a construir CAMILO FRANCO.

El principal reto fue encontrar mano de obra calificada. El segundo fue que muchas de las primeras piezas no me satisfacían en un 100%; sentía que tenían miles de correcciones y no estaban listar para ser comercializadas. Personalmente, fue y sigue siendo muy satisfactorio y gratificante cada paso. Uno de los momentos que mas recuerdo fue el día del shooting de Nº18. Todo, de principio a fin, fue mágico. Por primera vez una mujer encarnaba el espíritu de mi marca.

Hace más o menos 1 año abriste tu boutique, el «espacio azul». ¿Qué te impulsó a dar el salto? ¿Qué has aprendido en este proceso?

Mi «Espacio Azul» llego a mí; era como si la vida misma me estuviera diciendo con miles de señales que ya estaba listo para cosas más grandes y nuevos retos. Así como quien no quiere la cosa, como decimos coloquialmente, me embarque en la idea de construir mi primera boutique.

El valor del trabajo en equipo es una de las más grandes lecciones. «Trabajar con personas para las personas», no sólo requiere encontrar el capital humano indicado; se necesita saber gestionar las habilidades de cada uno de los integrantes de esta familia y hacer que las habilidades y el conocimiento de todos confluyan en una misma dirección.

Las lecciones son innumerables. Este proceso algunas veces es lento y doloroso, como el crecimiento de los niños. Pero al final del día, las satisfacciones son cada vez más grandes y las lecciones aprendidas nos dejan grandes esperanzas.

Fotografía de Nicolás Cañón Luna, cortesía de Camilo Franco.

¿En qué te inspiras para tus colecciones? ¿Cuál fue la última?

Todas mis colecciones parten de un personaje generalmente femenino: escritoras, artistas, activistas por los derechos, personajes literarios, grandes mujeres de la historia. Debe ser una mujer con la que sienta una profunda conexión por sus ideales, sus referencias estéticas, su forma de vivir la vida, pero ante todo por su noción de feminidad, una que ayude a construir mi propio concepto. Es un poco de Jane Birkin, algo de Lady Chatterley, todo de Virginia Woolf.  Mis raíces están entre la densidad de las ideas del romanticismo del siglo XIX y los liberados pensamientos que en los años de Studio 54 convertían la noche en día.

Nº2 es  mi colección mas reciente. Es una reivindicación a mi esencia como diseñador, pues es el resultado de un metódico y sistemático perfeccionamiento técnico a cada uno de mis procesos como marca. Nº2 tiene una profunda inspiración en la influencia del expresionismo alemán en el cine y algunos cuestionamientos sobre la dualidad y la hibridación de la figura femenina que plantea Fritz Lang en Metropolis (1927). En vez de hacer un símil mujer vs. máquina, mi confrontación gira en torno a lo que consideramos femenino o masculino, considerando cómo la ropa puede diluir los límites entre ambos sexos y cómo cada uno de nosotros es al final una mezcla de contrastes: la naturaleza en contraste con el espíritu, la tierra en contraste con el cielo, el espacio frente al tiempo.

¿Qué te motiva como diseñador?

Lograr que mi esencia, mi forma de concebir el diseño y la mujer misma sobrevivan a mi existencia física. Y desde un punto de vista empresarial, lograr tener un impacto positivo directo en cada uno de mis colaboradores ayudar en la construcción de sus sueños mismos.

¿Cuál es la lección más grande que has aprendido en tu carrera?

Se debe tener una gran determinación y una profunda convicción hacia el oficio de la costura para no desistir, a pesar de sentir que se lucha en contra de la corriente.

Fotografía cortesía de Camilo Franco.

¿Qué consejo le darías a alguien que esta empezando/estudiando/sueña con ser diseñador (o tener su propia marca de moda)?

Nunca dejar de exigirse, siempre trabajar con convicción y respeto hacia la industria y el planeta, y convertir los sueños en acciones concretas que sean la motivación que los haga salir temprano de la cama todas las mañanas.

¿De qué sirven la historia y la teoría de moda para diseñar hoy en día? ¿Cómo se puede transformar el conocimiento de historia en inspiración creativa para la moda?

Uno no puede amar lo que no conoce y por ello son vitales los estudios académicos sobre el vestido y la historia como un juez que valida todos esos relatos fantasiosos sobre la moda escritos a lo Coco Chanel. La investigación de un momento, un personaje o un periodo de la historia en específico es siempre el punto de partida en mis procesos creativos. Sin historia y sin fuentes de consulta, no tendríamos ningún legado; no podríamos aprender de los siglos de tradición, desarrollo y perfeccionamiento del oficio mismo; no sabríamos qué ideas crearon revoluciones y qué revoluciones promovieron, tal vez sin ser consientes de ello, un nuevo concepto estético que caracterizó una época determinada. Es maravillo descubrir por qué el azul en los vestidos, por qué las modas opulentas vs. las siluetas minimalistas y austeras. La moda esta cargada de un profundo simbolismo y ello convierte la historia en un elemento clave para que la misma moda pueda existir.

El ejemplo mas palpable serían las colecciones de John Galliano para Dior, pero cada creativo tiene su interpretación a los mismos hechos históricos. Conocer indica descubrir y cada colección se convierte en una especie de expedición en donde se busca acumular la mayor cantidad de información, conocer al pie de la letra las reglas para cumplirlas, cambiarlas o romperlas; el resultado siempre será una mezcla de códigos estéticos que sólo el creador entiende y los demás trata de descifrar.

¿Qué viene próximamente para Camilo Franco?

«Reinvención». Todo este tiempo es un regalo para lograr pensar hasta en el más pequeño de los detalles. Estamos trabajando en nuestros propios desarrollos y procesos textiles de la mano de una nueva colección que esperamos pueda ver la luz a comienzos en octubre. A un muy corto plazo, queremos darle «play» a Nº2. Aún no han visto nada…

Fotografía cortesía de Camilo Franco.

Laura Beltrán-Rubio es curadora, investigadora y educadora de moda, con énfasis en Latinoamérica y las artes indígenas globales. Recibió su Maestría en Estudios de Moda de Parsons School of Design (Nueva York) y su Ph.D. de la Universidad de William & Mary (Virginia). Su trabajo explora las construcciones de identidad a través de la moda y el arte.

En 2019, diseñó y dictó el primer curso introductorio a los Estudios de Moda en Colombia, ofrecido a través de la Maestría en Diseño de la Universidad de Los Andes en Bogotá. Actualmente es Profesora en De Montfort University (Reino Unido) e Investigadora Senior en Fashion and Race Database.

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