Paul Poiret

Para muchos, Paul Poiret fue el primer gran genio de la moda. Y no es para menos, si él supo darle a la costura un elemento de la moda que refleja los tiempos en que se crea, que se convierte en una expresión del arte y un gran entretenimiento.

«Chez Poiret», portada de Les Modes, dibujada por Georges Barbier con diseños de Paul Poiret, abril de 1912. Imagen via Gemeentemuseum Den Haag, Países Bajos.

Poiret nació y creció en París, en donde se convirtió en aprendiz de un fabricante de sombrillas tan pronto terminó su educación básica escolar. Fue aquí donde obtuvo su primer contacto con los grandes almacenes de la ciudad, incluyendo Le Bon Marché y las Grand Magasines du Louvre. Pero fabricar sombrillas no lo llenaba; él dedicaba su tiempo libre a dibujar los diseños de su imaginación, para enviarlos a las diseñadoras Chenuit, Rouff y Paquin y a diseñadores importantes como Jacques Doucet y Charles Frederick Worth. Fue gracias a su insistencia que consiguió convertirse en asistente de Doucet en 1896 y, luego de prestar su servicio militar, en diseñador para la Casa de Worth (bajo la dirección de Jean-Philippe, nieto del fundador, Charles Frederick Worth) en 1901.

En 1903, Poiret abrió su propia casa de costura en la rue Auber de París, que pronto ganó fama por sus llamativas vitrinas. Los diseños de Poiret fueron juveniles, probablemente inspirados en la figura esbelta de su esposa y eterna musa, Denise Boulet. Las creaciones de Poiret por esta época contrastaban con la más tradicional figura encorsetada de su época, razón por la cual el diseñador adoptó la costumbre de decir que él se encargaría de liberar a la mujer del corsé. Sin embargo, como todo en la moda, es imposible confirmar tal afirmación. En efecto, por estos años una variedad de diseñadores estaban creando vestidos con siluetas tubulares, no muy distintas a las de Poiret. Entre ellos, Madeleine Vionnet y las hermanas Callot en París, Mariano Fortuny en Venecia y las hermanas Fluge en Viena. Estas colecciones estaban inspiradas en estilos históricos como el «Directorio» francés, los trajes ingleses del té y el corte del estilo imperio, aunque dejando atrás la base del corsé.

Aunque Poiret no fue quien se «inventó» dejar de lado el corsé, a él sí se le puede atribuir una gran contribución a la modernización de la industria de la moda, particularmente por su actitud novedosa frente al proceso y la promoción del diseño. Poiret logró la reconfiguración de estilos históricos y exóticos (provenientes de la India, el Medio Oriente y Europa Oriental), combinándolos con la estética del arte contemporáneo y el teatro parisino de su época.

«Les robes de Paul Poiret», ilustrado por Paul Iribe en 1908, p. 17

Poiret trabajó como un ilustrador o vestidor de teatro: manipulando las superficies, en conjunto con los vestidos, para sugerir distintos estados de ánimo. Este proceso de estilización lo extendió a la incorporación de nuevos métodos para la circulación y el mercadeo de sus productos, que incluyeron la ilustración de modas. En 1908, comisionó al artista gráfico Paul Iribe para que creara imágenes basadas en sus diseños, para luego publicarlas en el álbum Les robes de Paul Poiret (Los vestidos de Paul Poiret), que sería circulado en forma de catálogo entre sus potenciales clientes. Fue tan exitoso este primer intento que, en 1911, lo repitió en colaboración con Georges Lepape. El éxito de las ilustraciones quizás estuvo en su forma plana y decorativa, que las dotaba de un lenguaje moderno que contrastaba con la ilustración de modas de la época y que expresaba el espíritu escapista de la moda, según lo entendía Poiret.

Además, Poiret reconoció rápidamente que el trabajo del couturier era, en parte, vender una fantasía. Tal vez por esto fue que el diseñador dispuso su propio estilo de vida y sus extravagantes gustos para el consumo. En 1911, renovó una mansión dieciochesca en la Avenue d’Antin para realizar eventos elegantes en los que exponía sus creaciones. Quizás el más famoso de ellos fue la fiesta «Las mil y dos noches», que recordaba el glamour orientalista expresado en los diseños de Léon Bakst para los Ballets Russes —que aquel año presentaban Schéhérazade en París—. Fue en esta fiesta que Poiret popularizó el estilo oriental de piezas como los pantalones «harem».

Los pantalones harem, ilustrados por Georges Lepape en su álbum «Les choses de Paul Poiret», publicado en 1911

En general, Poiret entendió la práctica del diseño como un proceso orgánico e interdisciplinario, de una forma similar a la que acontecía en Viena a principios del siglo XX. Basado en este entendimiento, Poiret extendió su línea de ropa a una variedad de modalidades del diseño: el de interiores en su Atelier Martine, los perfumes y el maquillaje en la Maison Rosine, la creación bienes de papel en el taller Colin, la estampación de telas con el pintor Raoul Dufy en la Petite Usine, y la exhibición de pinturas contemporáneas en su galería de Faubourg Saint-Honoré.

A pesar de su genio para los negocios de la moda, Poiret fue avanzando hacia la bancarrota tras la Segunda Guerra Mundial. A pesar de seguir diseñando con el mismo estilo extravagante que lo dio a conocer, poco a poco fue perdiendo consumidores y reconocimiento. El proceso estuvo dado, muy posiblemente, por una confluencia de factores: el colapso de las élites antiguas, que lo habían apoyado; el cambio general en el gusto francés; y su actitud frente a la creación artística, de alguna manera irresponsable para los negocios.

Como explica Christopher Breward (2003), para el momento de su muerte en 1944, Poiret se había convertido en una caricatura de sí mismo. Pero su legado seguía siendo significativo. Más que la calidad de los diseños o la innovación en su construcción, el trabajo de Poiret se resalta por su habilidad de crear un gran mito alrededor de diseños e innovaciones relativamente simples, que se informaban de otros aspectos de la cultura contemporánea. A través de la colaboración entre distintos medios artísticos, el juego con las superficies para sugerir el esplendor, y el entendimiento perceptivo de la idea del deseo, Poiret se anticipó a Hollywood, y ofreció una definición espectacular de la moda como un sueño. Y es esta idea la que se mantiene vigente en la industria de la moda, aunque en una versión todavía más comercial que la de Poiret.

Lecturas adicionales

Breward, Christopher. 2003. «The Rise of the Designer: Paul Poiret.» En Fashion, 34–41. Oxford University Press.

Cerrillo Rubio, Lourdes. 2008. «Paul Poiret y el Art Decó.» Anales de Historia del Arte, volumen extraordinario: 513–525.

Rennolds Milbank, Caroline. 2010. «Poiret, Paul.» En The Berg Encyclopedia of Fashion, editada por Valerie Steele, 569–573. Oxford: Berg.

Laura Beltrán-Rubio es curadora, investigadora y educadora de moda, con énfasis en Latinoamérica y las artes indígenas globales. Recibió su Maestría en Estudios de Moda de Parsons School of Design (Nueva York) y su Ph.D. de la Universidad de William & Mary (Virginia). Su trabajo explora las construcciones de identidad a través de la moda y el arte.

En 2019, diseñó y dictó el primer curso introductorio a los Estudios de Moda en Colombia, ofrecido a través de la Maestría en Diseño de la Universidad de Los Andes en Bogotá. Actualmente es Profesora en De Montfort University (Reino Unido) e Investigadora Senior en Fashion and Race Database.