Pasando la colección de arte medieval, con sus ricos tapices llenos de historias que parecen sacadas de un cuento de hadas, y después de vislumbrar algunas de las más bellas porcelanas chinas del Museo de Arte Metropolitano en Nueva York, se llega a la exposición Manus x Machina del instituto del traje. La exposición, que transformó la famosa ala de la colección de Robert Lehman del museo en una cúpula inspirada en el interior de alguna iglesia o palacio de la Florencia renacentista, es inaugurada gloriosamente por el vestido que la inspiró. Diseñado por Karl Lagerfeld para cerrar el desfile de su colección de alta costuraAlta costura. ¿Cuántas veces no hemos oído este término (o su equivalente en francés, haute couture)? Es tal vez una de las expresiones más usadas de la moda; un término que... Ver más de otoño/invierno 2014-15 para Chanel y hecho con una tela sintética de traje de buzo, con una superficie tan suave como la piel de una ballena, el vestido se extiende unos 6 metros hacia atrás con una cola que presenta la más perfecta intersección entre manus y machina: el patrón brocado sobre la tela fue dibujado a mano por Lagerfeld, luego pixelado con ayuda de un computador, insertado a presión sobre la tela con brillantes, y terminado a mano, añadiendo la pintura de oro y el recamado de perlas. Su magnífica creación tomó no menos de 450 horas de trabajo manual. Si el vestido presenta una figura embarazada hecha especialmente para la modelo que lo llevó en la pasarela hace unos años, también presenta la concepción de la más reciente visión del genio curatorial y creativo que es Andrew Bolton, curador principal del instituto del traje.
Hace unos meses, cuando presentó su proyecto, Bolton declaró que el propósito de la exposición era, además de sorprender al público, desmitificar los supuestos que marcan la diferencia entre lo hecho a mano y lo hecho con máquina. La sorpresa es de esperarse de la mente creativa que se ingenió la exposición Savage Beauty de Alexander McQueen unos años atrás y la tan aclamada China Through the Looking Glass hace sólo un año. La desmitificación de un modo de pensamiento tan común entre los amantes de la modaSegún la política editorial de Fashion Theory: The Journal of Dress, Body & Culture, la moda es una "construcción cultural de la identidad encarnada." Como tal, la moda abarca una... Ver más, sin embargo, es todo un reto. Tradicionalmente, lo hecho a mano se relaciona con la élite, con la personalidad y la exclusividad, siempre conservando una nostalgia por el pasado con sus lujosos y extravagantes palacios y bailes. Lo hecho a máquina, al contrario, se asocia con la tecnología y la democratización, se ha degradado hasta asociarse no sólo con las colecciones ready to wear de las marcas, sino con la moda de calle, tan desprestigiada por el mundo de la alta moda. Pero la realidad es, como Bolton y su equipo logran mostrar muy claramente en su exposición, que la relación entre lo hecho a mano y lo hecho con máquina, entre manus y machina, no es una dicotomía como muchos lo han creído; y si en algún momento hubo una separación clara entre los dos, hoy en día ésta es cada vez más pequeña y más difícil de distinguir.
Para demostrarlo, la exposición presenta cuatro estudios de caso adicionales, alrededor del extravagante vestido que la abre. El “elefante blanco” diseñado por Yves Saint-Laurent para Dior en 1958, el vestido “sardine” de Yves Saint Laurent del 83, el traje de bodas completamente recamado con camelias diseñado por Karl Lagerfeld para Chanel en el 2005 y el vestido de muselina blanca de Raf Simons para Dior en el 2014 todos son claros ejemplos para contradecir la idea de que existe una división estricta entre la alta costura y lo hecho a máquina. Mezclando técnicas manuales—como las casi cien horas que toma cada una de las camelias bordadas en el ejemplar de Chanel—con terminados a máquina, éstas piezas nos ayudan a complicar la dicotomía que creemos existe entre manus y machina.
Más allá de los estudios de caso, Manus x Machina muestra también cómo los tipos de trabajo que alguna vez estructuraron la moda hecha a mano han sido transformados por los avances tecnológicos de nuestra era y son aprovechados por una variedad de diseñadores en nuestros días. Partiendo de la Enciclopedia de Artes, Ciencias y Oficios de Diderot, publicación de la segunda mitad del siglo XVIII que elevó la moda al nivel de arte/ciencia por primera vez, la exposición se divide en siete “oficios” que hacen parte de la creación del traje: recamado, trabajo en plumas, flores artificiales, plisado, encaje, marroquinería y sastrería/costura.
En el primer piso, se encuentran las primeras tres: vemos, por ejemplo, los ya clásicos vestidos Juno y Venus, diseñados por Christian Dior para su colección de otoño/invierno 1949-50, junto a vestidos de Sarah Burton para Alexander McQueen del 2012, para ilustrar el arte del recamado. No muy lejos se encuentra el vestido de plumas de ave del paraíso diseñado por Yves Saint Laurent para su colección de alta costura de otoño/invierno 1969-70 y el gran ave de silicona impresa en tecnología 3D que forma un increíble vestido diseñado por Iris Van Herpen para su colección de alta costura de otoño/invierno 2013-14. Finalmente, en la galería de flores artificiales, una muestra en varias tonalidades de rosado que nos lleva en un abrir y cerrar de ojos desde la silueta del siglo XVIII típica de la moda en la corte de María Antonieta hasta los más modernos vestidos florales de Balmain y Chanel. En el piso de abajo, encontramos las demás categorías, en donde resaltan los vestidos plisados desdoblables de Issey Miyake, los diseños cortados con laser de Marc Jacobs para Louis Vuitton, y los plisados creados con laser para los diseños de Iris Van Herpen. Un corsé hecho vestido, una variedad de sastres de Chanel, ya en su tradicional tweed o en materiales sintéticos, impresos con tecnología 3D, y el enteramente sintético vestido “Kaikoku” diseñado por Hussein Chalayan en colaboración con Swarovski, que presenta una cantidad de maripositas con luces intermitentes, complementan la exposición.
Con esta increíble muestra del talento creativo de los más grandes diseñadores de moda y de su uso de combinaciones de trabajo hecho a mano y hecho con máquina, el instituto del traje nos muestra que, contrario a lo que muchos hemos creído durante tantos años, la aparente dicotomía entre lo hecho a mano y lo hecho con máquina para diferenciar la alta costura del ready to wear no es tan estricta como parece. Es más, en muchos casos, ésta parece ser completamente inexistente. Y si hay algo que podemos ver en la exquisita muestra de vestidos que nos presenta el instituto del traje, es que la tecnología, en la moda, puede ser usada para realzar las prácticas en el diseño, reduciendo así la brecha entre manus y machina.
Presentando la exposición, Andrew Bolton aseguró que necesitamos un nuevo paradigma para la moda, uno que sea menos polarizante. Y también necesitamos desacelerar su ritmo, para que al menos nosotros, los amantes de la moda, podamos volver a apreciar el valor de las prendas mismas, el trabajo de construcción, las manos y los procesos que las crean. Y esta exposición, aunque en un museo y posiblemente no completamente comprendida por el público que la ve, al menos cumple con este propósito. Pues no hay una pieza en ella que no llame nuestra atención; que no nos invite a detenerlos y observarla, tal vez con más cautela y admiración que si fuera una de las obras de arte de Jan van Eyck, de Matisse o de Picasso, que se encuentran no muy lejos de ellas.
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Buenísimo el articulo. Un cordial saludo.